Foto: Ideele
Este jueves 22 se llevará a cabo la lectura de sentencia por el trágico conflicto social de nuestra selva, el cual ha quedado en nuestras memorias como «El Baguazo», tras tres años y medio de iniciado el juicio la Sala penal de apelaciones liquidadora de Bagua en Amazonas por fin dará una sentencia. En este juicio se procesa a 53 personas, muchos de ellos indígenas, por la muerte de 12 policías en la zona denominada Curva del Diablo, uno de los procesados es Santiago Manuín, para él se esta pidiendo cadena perpetua.
Araíz de este episodio, el gran Hugo Blanco nos describe como acontenció este conflicto y su visita al lugar de los hechos. Compartimos su artículo y también pueden revisarlo en este link. Hugo Blanco.
Masacre de Bagua
En diciembre del 2006 el gobierno de Alan García presentó un proyecto de ley de privatización de territorios amazónicos que significaba la deforestación de los bosques de la Amazonía, atropellando a los pueblos nativos de esa región que se movilizaron en defensa de sus tierras.
Nativos awajun y wampis bloquearon la carretera Fernando Belaúnde a la altura de la Curva del Diablo. El gobierno envió 369 agentes de la DINOES organismo especializado en la represión del movimiento social.
El 4 de junio del 2009 los jefes policiales y los nativos quedaron en que a las 10 de la mañana del día siguiente, 5 de junio, tendrían una reunión para acordar la retirada de los nativos.
Cuando los compañeros awajun y wampis esperaban confiados la reunión, a las 5 am se produjo un ataque contra ellos por aire, desde helicópteros y por tierra, los policías disparaban a matar. La orden fue dada por la ministra del interior Mercedes Cabanillas y el primer ministro Yehude Simon, durante el gobierno de Alan García.
Santiago Manuín, quien en 1994 recibió el premio Reyna Sofía por su trabajo en defensa de la Amazonia y los derechos humanos, era uno de los dirigentes awajun presentes. Al ver que los policías disparaban, caminó hacia ellos con los brazos en alto, fue recibido con ocho disparos en el cuerpo, cayó al suelo, la gente creyó que había muerto, lo que enfureció a los nativos, alguno de ellos dio la noticia de su muerte por celular a indígenas que estaban cerca de la Estación 6 de Petroperú donde había policías. Los indígenas para evitar que cometieran atropellos guardaron las armas de los policías en una habitación cuya llave la tenían ellos.
Todos los nativos se enfurecieron por la supuesta muerte del “Apu” Manuín, con cerbatanas y lanzas atacaron a los policías.
Los que estaban cerca de la estación de Petroperú, usaron las armas de los policías.
Inclusive dirigentes campesinos dicen que hubo solo 10 indígenas muertos.
¡Eso es falso! Al cumplirse un mes de la masacre, estuve en la Curva del Diablo, hubo un acto conmemorativo de gente solidaria.
Ahí vi que había un kilómetro cuadrado quemado. ¿Por qué?
Cuando la masacre nadie podía salir de ahí. Me contaron que una mujer estaba arrastrando a un herido fuera del campo, un policía le pregunto «¿Qué haces?» – «Estoy sacando a este herido» – «¡Acá no hay heridos!», y lo ultimó de un balazo. La gente que ante el ataque vino de Bagua, logró sacar algunos heridos y algunos muertos, llevándolos al hospital o a la morgue. Los vecinos a la curva me contaron que la policía entraba a sus casas a buscar nativos refugiados y los llevaba a la curva, vivos o muertos.
No hubo ningún indígena herido que fuese llevado al hospital por un policía. Tampoco hubo ningún muerto que fuese llevado a la morgue por un policía.
¿Qué pasó con los heridos y los cadáveres?
Al parecer Alan García escarmentó con las fosas comunes y ya no las quería. Ultimaron a los heridos y quemaron a los muertos. Luego los metieron en bolsas de plástico junto con piedras y desde helicópteros los lanzaron a los ríos Marañón y Utkubamba. Durante 5 días estuvo prohibido el ingreso a la Curva del Diablo. También la policía asesinó a vecinos en la ciudad de Bagua, cuando ellos, indignados por la masacre ordenada por Alan García, atacaron el local aprista.
A quien denunciaba la desaparición de un familiar le metían preso por «ataque a fuerza armada».
En el hospital donde fue llevado Santiago Manuín, prohibieron las visitas. Afortunadamente los republicanos que lo cuidaban simpatizaron conmigo y me dejaron pasar. No se podía hablar con él, estaba inconsciente y estaba recibiendo suero. Yo estaba desesperado, indiqué que me declaraba en huelga de hambre para que lo trasladaran a Lima. Su hijo se me acercó y me pidió que no hiciera eso, pues mejor lo iban a atender en ese hospital. Los médicos hablaron conmigo y me dijeron lo mismo. Afortunadamente ellos salvaron su vida.
En la Curva del Diablo me invitaron a que vaya a un pueblo awajún.
El abogado de los nativos en Bagua me indicó que para ir al pueblo debía pedir permiso a la dirigencia awajún que tenía un local en esa ciudad, lo hice y obtuve un permiso escrito.
Antes de llegar al poblado un compañero awajún, con una camiseta donde se leía “Guardia Indígena” detuvo el vehículo en que yo iba, le mostré la autorización escrita y me permitió el paso.
Se reunieron conmigo perseguidos que no podían ir a la ciudad. Había un local de la policía, pero sin policías, que tenían miedo de ir pero continuaban ganando sueldo. También me entrevisté con heridos de bala que lograron escapar. Me invitaron orugas que había que comerlas crudas.
Un profesor me invitó a dar una charla a sus alumnos. Asistieron a la charla todos los alumnos del colegio, los profesores y el director. Se enseña en castellano y awajún.
Mi charla trató del profundo respeto que les tengo por mantener su cultura y por la valentía con que enfrentan al opresor.
Ahora piden cadena perpetua para Santiago Manuín (¿por haber recibido 8 balazos cuando se acercaba con los brazos en alto?). Él y otros nativos (peruanos de segunda clase según Alan García) están sometidos a la justicia de los opresores, que pretende encarcelar a las víctimas de la masacre. Si hubiera una real justicia, ella encarcelaría a quienes atacaron a la traición en forma armada a los indígenas desarmados, Por supuesto los principales traidores asesinos son los autores intelectuales: Alan García, entonces Presidente de la República, el exizquierdista Yehude Simon, entonces Primer Ministro. Mercedes Cabanillas, Ministra del Interior.
Termino con una anécdota: Antes escuché la denominación “aguaruna”, me parecía falsa, una mezcla del término castellano “agua” y el término quechua “runa” (gente). Luego cuando escuché “awajún”, me pareció el término apropiado. Pregunte a un compañero awajún que significaba en su lengua esa palabra. Me respondió “¿En mi lengua? Esa palabra es de tu lengua”. Tenía razón: “Away” en quechua es el infinitivo del verbo “tejer”. “Awaqkuna” es “Los tejedores”. Los incas no conquistaron la Amazonía, pero comerciaban con las poblaciones. Les pareció peculiar que quienes tejían eran los varones, no las mujeres como en la cultura quechua. Por lo tanto el nombre que ahora se les atribuye, es quechua. Su lengua pertenece a la familia jíbaro.
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