Por: Bruce J. Medina Cervantes.
Consejero Universitario
Universidad Andina del Cusco
Desde hace muchos gobiernos es que se viene hablando de reforma electoral, ¿con qué objetivo? Buscar mayores niveles de transparencia, probidad y responsabilidad de los partidos políticos, sus líderes y candidatos; y de esa manera contribuir también a la gobernabilidad del país. Esto debido a la gran cantidad de casos de corrupción y la poca preparación de nuestros mandatarios y representantes. ¿Qué hacer? Ésta viene siendo una pregunta que se hace –en mayor medida- el Congreso, ya que, éste asumió las riendas de la reforma electoral y, en esta legislatura piensa presentar un paquete de reformas que contribuyan a la mejora. Pero, ¿es suficiente la participación del Congreso en esta reforma? No. Porque no sólo hablamos de una modificación legislativa que aspira a solucionar los problemas que asienta nuestro Estado, sino de una verdadera reforma política; que vendría a incorporar a más poderes del Estado e instituciones como las Universidades. Es así, que es necesario, dentro de la formación de los futuros políticos introducir la idea de democracia, participación política transparente, proba y responsable, para que ésta se concretice en el quehacer de la política nacional.
Si al hablar de reforma electoral nos trasunta a muchos gobiernos, es porque el esfuerzo queda en el aire, es porque los intereses políticos priman frente a la necesidad de cambio de paradigma. Si se tiene algo claro dentro del abanico de cosas por cambiar, es que el voto preferencial es dañino para la construcción democrática de los partidos y genera que las cúpulas partidarias se enmarañen en el poder sin dar posibilidad a nuevos cuadros. ¿Por qué aún no se modifica? Por la precariedad y mercantilización de los partidos políticos y su decidía a la democracia interna.
La construcción de actores políticos con compromisos firmes para el Estado, mediante la participación activa de los estudiantes dentro de los Órganos de Gobierno de la Universidad y en el Gremio estudiantil.
Actualmente si un grupo de estudiantes quieren postular a los Órganos de Gobierno de su Universidad sólo debe cumplir con los requisitos que determina la Ley 30220, que en su mayoría son únicamente académicos, pero no con la necesaria organización que amerita una agrupación política por más estudiantil que sea. Un gran paso en este tema fue la iniciativa que tuvo la SENAJU al requerir la inscripción de las agrupaciones juveniles motivadas a participar en los encuentros nacionales, previamente; y a elegir democráticamente a sus representantes para estos encuentros. Caso contrario son las Universidades, donde las agrupaciones estudiantiles no tienen un futuro más allá de 2 o 5 años, por la falta de institucionalización de las agrupaciones políticas estudiantiles y el fomento que debería promover la misma Universidad requiriendo para la elección de la representación estudiantil un filtro político como un registro obligatorio de las agrupaciones políticas estudiantiles y la mismísima elección interna de sus candidatos.
Respecto a este último punto, muchos se preguntan, ¿qué tan necesaria es la participación de los estudiantes en los Órganos de Gobierno de la Universidad? Su importancia se expresa en: (i) El control político y fiscalizador que debe existir en todo gobierno y, desde mi experiencia, dentro de la Universidad Privada, ya que, la relación laboral supedita a los profesores a seguir a carta cabal las directivas de la gestión de turno; y (ii) la experiencia que gana un estudiante en el debate universitario fuera de las aulas. Introducirse en temas como licenciamiento, acreditación, investigación científica, organización institucional, estados financieros, malla curricular, y otros, permite al estudiante tener una formación más completa y la capacidad de tomar decisiones y afrontar las repercusiones de éstas, lo cual es muy importante dentro de la vida política.
Por último, si en la actualidad carecemos de verdaderos actores políticos con capacidades de liderazgo, consenso y honestidad, es porque el rol de las instituciones que forman políticos se ha precarizado o reducido a cero, sea el caso de los mismos Partidos políticos o de las Universidades. Es por ello, que la mutación del político tradicional con capacidades de liderazgo y consenso hacia el tecnócrata actual, nos ha traído muchísimos problemas en la política nacional. Es por ello que para un verdadero resultado sustancial de la reforma electoral es necesario la construcción democrática de los ciudadanos desde las Universidades, porque sólo participando desde etapas previas a la vida política en sentido estricto de manera organizada y con reglas de juego claras es que podemos cambiar la mentalidad de los actores políticos y mejorar la gobernabilidad de nuestro país.
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