Una chica de la ciudad ve a una mujer de los Andes en polleras y comenta con su amiga:
-Qué tal monstruo. Mira esta llama disecada
Un hombre va a una tienda, mira el rostro de la vendedora y se dice:
-Ay qué lindo huaco, yo me lo quiero comprar.
Una mujer en polleras quiere entrar a un auditorio para ver el concurso de belleza, y el vigilante le dice:
-Oye, este es un concurso de mujeres. No de llamas.
Una mujer de cabello amarillo le grita a una mujer en ropas andinas:
-Paisana igualada, apestosa.
Una mujer en ropas andinas va a una comisaría para dar un examen y teme que la puedan violar. El policía le dice:
-Quién te va a violar a ti, serrana apestosa.
Una mujer de los Andes dice que va a cometer una locura.
-¿Se va a matar? -le pregunta alguien.
-No, voy comer a caca -dice la mujer andina.
Es el humor de Jorge Benavides. La idea no es que te enfades sino que te rías sanamente de la víctima. Quizá hasta podrías usar esas bromas en tu vida cotidiana. Por ejemplo, cuando tú, personas de ciudad, ves a una mujer en polleras caminando por la calle podrías practicar diciéndole: Sal de ahí, serrana, animal.
La Paisana Jacinta es un personaje de ficción que concentra los estereotipos que las mujeres de comunidades andinas sufren en la realidad. La mujer andina es una forastera, semipersona, que se puede maltratar sin castigo. En el mundo de las haciendas, los «indios» eran bestias de carga = llamas. Y los hacendados los consideraban seres sucios = apestosos.
Soldados y terroristas violaron a muchas mujeres de comunidades andinas durante la guerra. Y, sin embargo, como son «animales», muchos pensarán que es increíble que se pueda ultrajar a esas mujeres. ¿Quién te va a violar, serrana apestosa?, dice el policía en el video y la violación hasta parece un favor que ella no se merece.
Los cines son empresas comerciales que deciden qué películas pasan y cuáles no. Por ejemplo, ninguna cadena comercial exhibe pornografía. Hay un consenso mínimo sobre eso. Otras veces los cines deciden recortar la exhibición de películas que no les dan dinero. Y otras veces apuestan por cintas que, a pesar de no ser taquilleras, son relevantes por razones culturales. Las cadenas evalúan y deciden todo el tiempo. Decenas de películas que se hacen en las regiones -muchas de ellas verdaderos fenómenos comerciales- no llegan a los multicines. Así es el negocio.
Cuando muchos ciudadanos pedimos a las cadenas de cines que no exhiban la película La paisana Jacinta, no les estamos pidiendo que la censuren. Estamos pidiéndoles con evidencias que ejerzan su decisión de no pasarla, como hacen con otras películas. Las cadenas no exhiben (por ahora) películas que alientan la pedofilia. ¿Por qué sí promueven una cinta racista?
Si las cadenas decidieran no exhibir la película de Jorge Benavides, no la estarían censurando. Estarían tratándola igual que a decenas de películas nacionales que no han llegado a exhibirse en circuito comercial. La celebrada película aimara Wiñaypacha, por ejemplo, no ha circulado en cadenas de cines, y nadie ha dicho que eso ocurrió por censura.
Si un creador racista quiere exhibir su película racista, ¿por qué el circuito mainstream le da todo su apoyo? ¿Por qué las cosas les son tan fáciles? ¿Por qué Benavides no tiene que padecer lo mismo que tantos cineastas que exhiben sus cintas en auditorios pequeños y hasta en mercados?
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