
Por: Mario Carrión Astete
Jornada Informativa
Lo que acaba de ocurrir en el congreso extraordinario de la FDTC no es de extrañar, es el desenlace de un proceso de pudrición moral y política que ha venido gestándose durante las últimas décadas.
Hace mucho tiempo conocí el local de la FDTC, con sus muros en escombros, su piso que parecía una hamaca inestable que crujía al caminar sobre él. Pero esa no es la peor impresión que uno podría tener de la vieja y gloriosa FDTC.
También por esos años de la década del 80 conocí a Gregorio Ramos, un dirigente muy honesto, sencillo y valiente que me hizo algunas confidencias de la miseria moral de quienes estuvieron controlando la FDTC durante esos años. Por ejemplo, la desaparición de máquinas de escribir, imprentas y demás equipos que fueron enviados gracias al apoyo del internacionalismo socialista de Rusia o Checoslovaquia.
Una década más tarde, el dirigente Miguel Saavedra, tesoneramente reconstruyó el local y a su salida la disputa de quienes continuaron fue mucho mayor por los alquileres. Después, ninguna junta directiva salió con una limpia rendición de cuentas, todos siempre se llevaron algo por detrás, unos más que otros.
Durante las pasadas cinco décadas la casa de Recoleta fue utilizada como un trampolín político de personas que intentaron llegar al Congreso de la República, y muchos lo consiguieron previa negociación con la dirigencia de la FDTC que en el caso del Cusco era el faro proletario que definía quien debía ser congresista o no.
Tiempo después se convirtió en una agencia de empleos. Prueba de ello son un puñado de dirigentes sindicales que terminaron como funcionarios en el gobierno regional. Es decir, era la oficina de los desocupados obreros y en otras ocasiones con suerte se podía llegar hasta gerente.
El Dr. Victor Angles Vargas en su libro autobiográfico “Mi vida a pedazos” narra las veces que fue encarcelado por defender gratuitamente a los luchadores sociales y nunca pidió un cupo para ser regidor, alcalde o congresista o para viajar gratis por la órbita socialista. Su vida es un ejemplo de un auténtico luchador intelectual.
Comparado con los “dirigentillos” que hoy medran de esa institución y que se disputan como hienas la carroña que en ella se exhibe, el Dr. Angles es un paradigma. A momentos, da ganas de entrar con un látigo y echar a todos los que parasitan de ella y viven a sus expensas, gozando de becas y otras gazmoñerías laborales.
Lo que ha ocurrido recientemente en la seudo elección no es nuevo. Casi siempre fue así, el “aparateo”, la manipulación, el seudo centralismo democrático del PC Unidad, la guardia obrera, sindicatos fantasmas de dos personas, sus elecciones fraguadas, (salvo alguna honrosa excepción) fueron la característica permanente de los últimos años.
La corrupción no es solo de derecha, sino tambien de izquierda y una de sus guaridas eventuales es la FDTC. Hace falta fumigarla, adecentarla, traerla al siglo XXI, reconvertirla en una institución inteligente al tiempo que honesta y valiente. Eso se podrá lograr, enterrando a los fracasados politiqueros del pasado y aguardando con esperanza que surja algún nuevo dirigente que encarne la redención de una vieja entidad, que de puro vieja se fue pudriendo a vista y paciencia de todos.
NO me extraña lo que ha pasado el último fin de semana, es el correlato de una sucesión de hechos que pueden certificar quienes vivieron allí y conocieron los años gloriosos de la FDTC. El problema es que mucha gente no desea hablar para no perjudicar la imagen de una institución que merece un respeto póstumo, más por su pasado que por su presente.
Decía el “Kutiry” Gutiérrez: En esos años ser dirigente sindical implicaba ganarse un encierro, una tortura gratuita, una persecución implacable por parte de la policía y todo por enarbolar un principio auténticamente socialista por la defensa honesta de los pobres del mundo.
Es bueno recordar que los grandes cambios sociales del Perú en gran parte se deben al sindicalismo socialista cusqueño de los Huamantica, Julio G Gutiérrez, Simón Herrera, Pedro Huillca, Roberto Rojas, Francisco Mejía, José Escobedo, Calvo Bohórquez. En honor a esos viejos lideres cuya relación es enorme, esperemos que se procese el cambio urgente que todos anhelamos previa una fumigación moral de sus eventuales inquilinos.
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