
Por: Asociación Qosqo Maki
Isabel Baufumé “La Cochita”, nació en la ciudad de Puy-En-Velay (Francia) en 1944, durante la segunda guerra mundial. En esa época ya tenía un hermano y una hermana mayor, y posteriormente nacieron tres más, completando la hermandad.
Su primer viaje a América del Sur fue en 1971, en el que viajó a Colombia, acompañando a médicos para un congreso. Después viajó durante 18 meses por Colombia, Brasil, Bolivia y Perú. En Brasil navegó el río Amazonas con un arqueólogo y se quedó en ese país para enseñar francés, luego, en octubre de 1972, retornó a Francia en barco.
Finalmente retornó a Perú en 1974. Le pareció lógico aprender quechua y llevó clases en el IPA, pero para aprender realmente cómo se habla, en 1979, decidió vivir un tiempo en la comunidad de Fuerabamba. Sin olvidar su gusto por los ricos sabores de su tierra, decía que en Fuerabamba se hacían las mejores papas y, además, la declaraba como su segunda patria.
Aprovechó en recopilar cuentos tradicionales que difundió a través de proyecciones o, a veces, ella los contaba a modo de acompañar alguna noche fría. Aquí contaba el cuento de Michelin, nombre que le dio a su entrañable compañera gatuna.
Isabel siempre estuvo involucrada en la defensa de las poblaciones vulnerables, y por ello, participó del desarrollo del sindicato de las trabajadoras del hogar. Junto a sus amigas Christina y Vittoria, quienes eran conocidas como «las tres mosqueteras» en Cusco, buscaron respuestas a los gritos de auxilio y estrategias para la defensa de sus derechos básicos. Sus frases eran: “Escucha y atiende cuando te necesitan”, “es el gesto y la palabra las que van a ayudar a ser reconocidos como personas libres”.
En los años 80 empezó a trabajar con los niños vendiendo postales y rompecabezas, lo más importante -según ella- era producir algo para vender. Aquí empieza la reflexión acerca de la auto-gestión: los niños se reúnen con ella y deciden colectivamente el dibujo y los precios. Con el dinero ganado en el día, cada niño decide comprar otras postales, o ir al cine. Este es el principio del precepto: trabajar con los niños y no para ellos, reconociendo sus capacidades de autonomía, de decisión, creatividad, entre otras.
Este es el principio del precepto: trabajar con los niños y no para ellos, reconociendo sus capacidades de autonomía, de decisión, creatividad, entre otras.
En 1988, con la ayuda de sus amigos dominicanos, encontraron un nuevo local en la Calle Recoleta donde desarrollaron carpintería (actualmente local del sindicato de la Federación Departamental de Trabajadores del Cusco – FDTC).
El 11 de enero de 1990 se creó oficialmente la Asociación Qosqo Maki en el local de Recoleta, y más tarde nacieron los «talleres Qosqo Maki», con el principio de taller auto-gestionado y con fines de capacitación. Entre tanto, en las callecitas, cusqueñas y cusqueños la fueron conociendo como la “Cochita en bici”.
En 1991 el local se trasladó a la calle Fierro. Mientras que la panadería nace en la Urbanización Progreso, en un local alquilado. El equipo de tres educadores, Walker, Jacobo y Adolfo, trabajaban con los niños de noche y de día, en un horno artesanal, para vender pan en el barrio. El objetivo no solo era lograr una rentabilidad y un proyecto auto-financiado, sino también permitir a los niños que desarrollen su autonomía, y por lo tanto su libertad. Además, empezaron a desarrollar rompecabezas y otros materiales educativos didácticos, que vendían a los centros educativos iniciales, a las instituciones públicas y privadas, e incluso -hoy- se exportan.

Foto: Archivo de la Asociación Qosqo Maki.
La Municipalidad Provincial del Cusco apoyó a Qosqo Maki a través de un convenio, en el que asumían el dormitorio infantil, puesto que el problema de niños en la calle es un problema que deben asumir los gobiernos locales. Daniel Estrada, alcalde en esa época y amigo de Isabel, incluyó los gastos de la chocita dentro del convenio. Hoy, los términos políticos van cambiando las condiciones del convenio, pero siempre se mantiene un vínculo entre Qosqo Maki y la Municipalidad.
En Qosqo Maki, Isabel ha creado el dormitorio, los talleres, la biblioteca, el turismo solidario y la sala cultural, como espacios donde las chicas y los chicos puedan valorar sus habilidades y ampliar su autonomía.
El trabajo y la libertad siempre han sido sus valores, tanto para ella misma como para los demás. Siempre alegó que el trabajo edifica y libera.
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