
Todavía está estudiando pero su compromiso como profesor es innato. Apolinar Huamán sostiene que la enseñanza cara a cara logra mejores resultados
Cargado de una pizarra acrílica, Apolinar Huamán Quiroz camina largas horas bajo el sol abrazador de la provincia cusqueña de Espinar para dictar clases presenciales a los alumnos de las comunidades campesinas.
Apolinar es estudiante de la Escuela Profesional de Educación de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (Unsaac), en la filial de Espinar, y trabaja como auxiliar en el colegio Ladislao de esta provincia cusqueña.

“Enseñar es dejar una huella en la vida de una persona”, dice Apolinar Huamán Quiroz a un medio local. El docente combina clases virtuales con las presenciales cumpliendo los protocolos de bioseguridad. Su esfuerzo consiste en acompañar a sus estudiantes en plena pandemia.
Para Apolinar la educación presencial sigue siendo por excelencia la mejor experiencia educativa. La forma tradicional, dice, permite una mejor interrelación con el alumno, aumenta la motivación del estudiante, asegura la atención del niño, y facilita el intercambio de conocimientos y experiencias.
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