
El Perú vuelve cada cierto tiempo a esa “normalidad” que privilegia lo menudo y los intereses particulares y deja de lado la atención a los asuntos y graves e importantes problemas del país.
«Hemos vuelto a la normalidad», respondió Rafael de la Fuente Benavides, más conocido como Martín Adán, cuando le preguntaron por el golpe de Estado del general Manuel Odría contra el entonces presidente José Luis Bustamante y Rivero, el 27 de octubre de 1948.
El Perú vuelve cada cierto tiempo a esa “normalidad” que privilegia lo menudo y los intereses particulares y deja de lado la atención a los asuntos y graves e importantes problemas del país.
Así ocurrió tras la revelación de audios en los que el presidente de la República Martín Vizcarra pide desvergonzadamente a sus asesores que mientan sobre su relación con su ex colaborador Richard Cisneros, conocido en el mundo de la farándula como Richard Swing.
Los audios –que ameritan una investigación en el Ministerio Público- fueron usados por algunos congresistas ansiosos de poder para poner el jaque y forzar la vacancia exprés del jefe de Estado. Con ello se desató una nueva crisis que llevó a las autoridades –y los medios de comunicación- a dejar en un segundo plano los letales efectos de la pandemia: muerte, colapso de hospitales, desempleo, crisis económica, etc.
Casi un mes duró el “choque” entre Ejecutivo y Congreso. Al final la vacancia no prosperó, pero el Perú se paralizó y muchos peruanos siguieron muriendo con el coronavirus.
Mientras en las altas esferas del poder juegan por preservar sus intereses –por citar solo dos ejemplos- el agro agoniza en el interior del país y miles de niños no acceden a la estrategia “Aprendo en casa” por falta de recursos económicos. La dura realidad de ambos sectores se plasma en los reportajes que Pulso Regional entrega en sus páginas. Olvido que parece que no cambiará en mucho tiempo.
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