
La wiphala varía en algunos colores según la ubicación geográfica, por ello existen algunas diferencias mínimas en cuanto a los colores. Actualmente, cuenta con siete columnas y siete filas que hacen un total de 49 cuadros, conformando un emblema cuadrado.
Escribe: Nelson Raul Yugra Butron / Derechos Humanos y Medio Ambiente Puno (DHUMA).
La procedencia de la wiphala es controversial. Lo sigue siendo ahora debido a la reducida evidencia bibliográfica que existe sobre el origen y significado de la wiphala en los pueblos ancestrales.
Es importante mencionar que este símbolo identitario es utilizado actualmente por comunidades quechuas, aimaras y uros. Todos ellos pueblos altoandinos ubicados principalmente en Perú, Bolivia, Chile y Ecuador, que ha ido recuperándose y evolucionando conceptual y simbólicamente.
No entraré en una discusión profunda sobre sus orígenes, mas bien deseo usar conceptos claves y pasajes relevantes para entender la importancia actual de la wiphala dentro de la población andina peruana.
Primeros alcances
Debemos partir de conceptuar el termino de símbolo y su diferencia con la palabra bandera. Si nos ceñimos al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, símbolo es un “elemento u objeto material que, por convención o asociación, se considera representativo de una entidad, de una idea, de una cierta condición”. Y bandera es una “tela de forma comúnmente rectangular, que se asegura por uno de sus lados a una asta o a una driza y se emplea como enseña o señal de una nación, una ciudad o una institución”. Ahora, visto desde los pueblos altoandinos y más aún, tratándose de la wiphala como símbolo, es entendido como una referencia al objetivo de la liberación total de las naciones indígenas, mientras que se ve a las banderas invasoras con un significado de colonialismo e imperialismo (Germán Choque, 1992).
La investigación sobre la wiphala fue realizada por el boliviano Germán Choque, también conocido como el aimara inca chupiwanka, parte del movimiento catarista, quien dedicó mucho tiempo a la revaloración de este símbolo ancestral, tomando como base documentos como las crónicas de Guamán Poma de Ayala para fundamentar sus estudios.
En el periodo precolombino (entendiéndose como un momento antes de la influencia política y cultural europea en América), si bien no existe evidencia clara sobre el uso de la wiphala como símbolo autónomo, se encuentra asociado con otros objetos como chullos, zampoñas, vasos, entre otros, donde se plasmaba este símbolo.
Sus colores pueden provenir de diversas narrativas y tienen varias argumentos, que parten desde la leyenda de los hermanos Ayar y su semejanza con el arcoíris como forma de “buena señal”. Lo que actualmente sí podemos indicar es que, según la Ordenanza Regional 006 -2022-GRP-CRP, hay algunos valores conceptuales en cada color de la wiphala. El color rojo: el planeta Tierra, la expresión del hombre andino; el naranja: la expresión de la cultura; el amarillo: los principios morales; el blanco: el tiempo y la dialéctica; el verde: la producción andina; el azul: los sistemas estelares y los fenómenos naturales; y el violeta: la política y la ideología andina.
Recordemos que la wiphala varía en algunos colores según la ubicación geográfica, por ello existen algunas diferencias mínimas en cuanto a los colores. Actualmente, la wiphala cuenta con siete columnas y siete filas que hacen un total de 49 cuadros, conformando un emblema cuadrado.
Situación actual
La wiphala es un símbolo para la población indígena. Refleja las estructuras más importantes y los principios organizativos de las sociedades precolombinas, es decir, la unión de la comunidad y la relación del hombre con la naturaleza y el mundo.
Se muestra su uso en actividades folclóricas y ceremoniales en las comunidades campesinas que reconocen a este símbolo como suyo, tanto así que, en mayo del 2022, el Gobierno Regional de Puno lo declaró como símbolo de los pueblos originarios quechuas, aimaras, uros y mestizos en la región de Puno, dando un valor filosófico, como parte de la cosmovisión de la nación andina.
Algo que no se puede cuestionar es que la wiphala empezó a existir realmente en un contexto de los movimientos indígenas y se convirtió en el símbolo incuestionable de las protestas quechua y aimara, que a fines del siglo XX exigieron cambios en su situación de marginación social. Muestra de ello es que este símbolo se encuentra presente tanto en la célebre marcha de cuatro suyos, que reunió a amplios sectores de la oposición política peruana.
En la coyuntura actual volvió a la palestra. Está presente en movilizaciones, usado como símbolo de identificación y reivindicación sociocultural por los manifestantes que en su mayoría provienen de zonas rurales de la región Puno. Son sectores olvidados, marginados, discriminados por el gobierno central, que ahora los desconocen y los ven como los “otros”, poblaciones sin derechos y sin voz.
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